FUNDADORES
En 1989, la imaginación y el ingenio de don Jorge Velasco combinadas con el carisma y la inteligencia de su esposa doña Guille convirtieron dos típicas casas de antigua vecindad en un hotel único. Quisieron para sus huéspedes la caricia suave de los pétalos de las flores como saludo matutino, la autenticidad marcada en el recuerdo de quienes vivieron allí antes y la hospitalidad de un personal con años de experiencia. Sentirse en casa lejos de casa, en un refugio familiar de pequeñas cabañas que miran a patios donde no hay color que falte ni luz que no quiera iluminar incluso de noche. Un hogar al que se desea regresar siempre, cual golondrinas viajeras.